Historia

Martin Amis sobre el amor a Stalin

07/01/2018

Fragmento de Koba el Temible (Anagrama, 2005), de Martin Amis:

Stalin fue un dirigente muy popular dentro de la URSS durante todo el cuarto de siglo que duró su gobierno. Resulta un poco humillante poner por escrito una cosa así, pero no hay forma de evitarlo. (…) Era un país donde «la gente que iba a trabajar se despedía de la familia todos los días, porque nadie estaba seguro de regresar por la noche» (Solzhenitsyn). Stalin fue siempre muy popular.

Como es lógico, la popularidad de Stalin fue totalmente –la de Hitler sólo en gran medida– fruto de la manipulación. Para el ciudadano, el proceso comenzaba en la guardería, y se aplicaba por todos los medios posibles, en todos los sentidos y en todo momento. Como en Alemania, fue el comienzo de la propaganda de los medios informativos; la gente no sabía entonces que la propaganda era propaganda; y la propaganda funcionaba. Amar a Stalin, sugiere Volkogónov (que amaba a Stalin), era una forma de «defensa social»: condicionaba a la gente a evitar los problemas. Incluso Sájarov amaba a Stalin y al morir éste se sintió consternado, lo mismo que Volkogónov. «Pasaron años –contaría después– hasta que comprendí la medida en que el engaño, la explotación y la estafa eran inherentes a todo el sistema estalinista. Esto pone de manifiesto la fuerza hipnótica de la ideología de masas». Stalin consiguió hacer creer hasta límites absurdos que la Checa trabajaba independientemente del Kremlin. Hay una anécdota célebre: dos hombres se encuentran en una calle de Moscú, en pleno Terror: «¡Si al menos contaran a Stalin lo que está pasando!», etc. No era un chiste y los interlocutores no eran Ivanes cualesquiera. Eran Iliá Ehrenburg y Borís Pasternak.

El amor por Stalin: es probablemente la historia más triste de todas. Podemos imaginar a Dmitri Volkogónov cabeceando lentamente mientras escribe: «Ningún otro hombre ha conseguido lo que él: exterminar a millones de compatriotas y obtener a cambio la veneración incondicional de todo el país». ¿Qué ha hecho Stalin aquí? ¿Cuál es la naturaleza de su delito particular? ¿Cuál es su contenido? Se diría que es una forma de violación: una parodia de amor, puesta en práctica por la fuerza. Además, acosaba a edad muy temprana, cuando la víctima llevaba uniforme escolar. Así pues, otra mentira colosal y contagiosa, implantada en el corazón de la infancia.

El amor representó la consumación de su victoria. 1984 termina del siguiente modo:

Levantó los ojos hacia la gigantesca cara. Había tardado cuarenta años en averiguar qué clase de sonrisa se escondía debajo del oscuro bigote (…) Pero no pasaba nada, todo estaba perfectamente, la lucha había terminado. Había conseguido derrotarse a sí mismo. Amaba al Gran Hermano.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo