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Los efectos de una rebaja forzosa de precios

22/01/2018

Vista de anaqueles de supermercado parcialmente vacíos en 6 de enero de 2018. El gobierno de Venezuela forzó a más de 200 establecimientos a bajar sus precios en el medio de una espiral hiperinflacionaria. Fotografía de Juan Barreto / AFP PHOTO

El pasado 16 de enero, el vicepresidente, Tareck el Aissami, anunció a los representantes de las principales empresas de alimentos la medida con la que el gobierno se dispone a contener la hiperinflación:

“El 15 de diciembre prácticamente no había ocurrido nada y el 3 de enero los precios amanecen inflados. Hay 6.500 productos que sufrieron incrementos entre el 10% y el 10.000%. Todos estos rubros tienen que volver al precio de diciembre, hoy mismo. No vamos a aceptar ningún precio especulativo”.

El domingo 21 de enero el ministro de Agricultura y vicepresidente para el área económica, Wilmar Castro Soteldo, reiteró la decisión y afirmó que “hemos tomado la medida de retornar a los precios que en diciembre se habían establecido y que ya estaban inflados”.

Qué esperar

Tamara Herrera, economista y directora de Síntesis Financiera, señala que la rebaja forzosa en el precio de los artículos dará paso a un rebote de la inflación o a mayor escasez en los mercados.

 “No es lógico esperar un retroceso sostenible en los precios. Si por temor a la represión económica los precios descienden, tan pronto se agoten los inventarios o la producción a pérdida se haga insostenible vendrá un rebote de los precios. Si el gobierno no permite el rebote aumentará la escasez”, afirma.

Añade que “a lo mejor se producen cierres de empresas y tomas agresivas de compañías, con lo cual seguirían aumentando las condiciones que alejan la inversión que tanto necesita el país”.

Luis Vicente León, director de Datanálisis, indica que “no hay forma de evitar el colapso de abastecimiento o el fortalecimiento de los mercados negros. Lo que no va a pasar es que un empresario venda por debajo de los costos de reposición. Eso puede ocurrir una vez, un corto tiempo, pero no más”.

“Si el gobierno insiste en esta vía, va a destruir la poca capacidad productiva que queda, generando más desinversión y desempleo. Por otro lado, los productos que hoy están en los anaqueles porque se importan con dólares comprados en el mercado paralelo van a comenzar a venderse en mercados negros”, sostiene Luis Vicente León.

Desde su punto de vista, el gobierno creó una economía dual donde una franja de la población recibe alimentos a precios subsidiados a través de las cajas de comida CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) y el resto a través de las importaciones que se realizan de acuerdo al tipo de cambio paralelo con dólares que provienen del sector privado.

“El gobierno tiene que garantizar que haya un mercado alternativo a los CLAP para la clase media, la clase alta y los complementos que necesita el sector más pobre. Con la medida de forzar la rebaja de los precios impactará negativamente a este mercado alternativo porque las empresas dejarán de producir y solo habrá importación de productos terminados que aparecerán en el mercado negro, no en los supermercados y abastos”, dice Luis Vicente León.

El desajuste

El Banco Central oculta las estadísticas oficiales pero las mediciones que realizan la Asamblea Nacional y firmas especializadas como Ecoanalítica señalan que desde noviembre del año pasado la economía venezolana sufre una hiperinflación y los precios aumentan a una velocidad inédita en el país.

De acuerdo con Ecoanalítica la inflación se ubicó en 2017 en 2.735% y este año su proyección contempla un salto hasta 7.800%, mientras que Torino Capital estima 10.500%. Hasta ahora, el gobierno no ha anunciado ninguna medida macroeconómica que permita pensar que el país saldrá en el mediano plazo de la hiperinflación.

En el pasado la administración de Nicolás Maduro ya ha recurrido a la rebaja forzosa de precios en tiendas de calzado, juguetes y electrodomésticos obteniendo como resultado la rápida desaparición de los inventarios y ningún avance en el propósito de contener la inflación.

Los empresarios aseguran que el aumento de los precios tiene una explicación distinta a la especulación. La Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) explicó a través de un comunicado que el alza responde a “los incrementos de costos de la materia prima, los insumos, material de empaque, mano de obra y transporte que han aumentado de manera importante en los últimos meses y que hemos debido enfrentar para abastecer el mercado venezolano”.

El petróleo provee 96 de cada cien dólares que ingresan al país y tras no ahorrar durante el tiempo de los altos precios del barril, endeudarse masivamente y gastar buena parte del dinero en proyectos que no generan divisas, el gobierno recortó drásticamente la venta de dólares al sector privado obligando a las empresas a comprarmateria prima e insumos a distribuidores que fijan sus precios de acuerdo al tipo de cambio que se establece en el mercado paralelo de divisas, donde la moneda ha sufrido una profunda devaluación.

Además, la materia prima y los insumos que se adquieren por esta vía están lejos de ser los adecuados y el país sufre una fuerte caída de las importaciones que se traduce en empresas que trabajan a media máquina o detienen por completo la producción.

Torino Capital toma en cuenta las exportaciones a Venezuela de sus principales 30 socios comerciales como Estados Unidos, Argentina y Brasil para calcular cuánto han descendido las compras al exterior. El resultado es que las importaciones de 2017, en términos per cápita, son las más bajas desde 1946, el año más antiguo en este tipo de estadísticas.

Carlos Larrazábal, presidente de Fedecámaras (el gremio que agrupa a las empresas del sector privado) indica que “hay una presión al alza en los precios porque a medida que cae la producción cada producto que elaboras resulta más costoso. Por ejemplo, en el alza de los productos agrícolas incide que solo se sembró 30% del área cultivable por la falta de insumos”.

El primero de enero el gobierno decretó un aumento de 40% en el salario mínimo que también impactó en los costos de producción.

Otro elemento a considerar es que en un entorno donde las empresas producen y venden menos, incluyendo al sector petrolero, la recaudación de impuestos se ha desplomado y el gobierno recurre a la emisión de dinero para cubrir una importante porción del gasto público. El resultado es un fuerte desbalance entre la cantidad de dinero en la economía y la oferta, algo que impulsa el salto de los precios y la devaluación del bolívar en el mercado paralelo de divisas.

La firma Síntesis Financiera señala que en 2017 de cada 100 bolívares que el gobierno gastó, 30 provinieron de la emisión de dinero que hizo el Banco Central.

Luis Vicente León explica que “la devaluación del bolívar en el mercado paralelo impacta los costos porque la mayoría de los bienes y servicios tienen componentes importados y también afecta los costos de oportunidad. Por ejemplo, alguien que pesca puede vender ese pescado en dólares en puertos extranjeros, entonces, o las empresas nacionales compran el pescado al precio equivalente en divisas o no obtienen la materia prima”.

Agrega que “puede ser ilegal llevar el pescado al puerto extranjero si lo pescaste en mar venezolano, pero también es ilegal el contrabando de gasolina y el gobierno no ha podido pararlo. La macrodevaluación generó los mayores impactos inflacionarios a fin de año porque explotó el tema cambiario por la pérdida de confianza en el bolívar”.


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