Foto Roberto Mata

EL HAMBRe Y LOS días



"Nunca pensé que tendría que dejar de trabajar para comprar comida"

"Mi esposa ya no confía en mí. Trato de conseguir ingresos como pueda, pero aunque sé que ella hace el intento de aguantar, no lo logra. Se desespera. Peleamos todo el tiempo. Los niños pierden peso y yo he bajado casi 15 kilos. Ella no cree que yo tenga la capacidad de resolver la situación, aunque yo no he perdido la confianza en ella.

 

Mi matrimonio está afectado.

 

Hay hombres y mujeres que, ante esta situación, hacen cosas que no deben: quien es bueno comienza a hacer cosas malas.

 

Necesito mucho dinero para poder comer un día en mi casa cuando compro en los mercados clandestinos, ahí en Plaza de Toros, al sur de Valencia. Un kilo de harina de maíz, un kilo de queso, un arroz y un paquete de pasta alcanza para un poco más de un día.

 

Vendiendo refrescos gano como 24.000 bolívares al mes, pero no puedo ir a hacer cola para comprar a precio regulado porque no puedo dejar de trabajar. Entonces termino pagando una leche de 64 bolívares hasta en 2.500 bolívares.

 

Tengo dos hijos de 7 y 3 años. La menor no toma la leche que le corresponde por su edad. No hay manera que alcance lo que gano por mi cuenta, pero tampoco me alcanzaría si estuviera en una empresa privada con un empleo normal. A veces corto un monte de una señora y con lo que me gano compro masa de maíz y tres huevos y con eso tenemos para un almuerzo.

 

Yo nunca pensé que tendría que dejar de trabajar para comprar comida. Y menos que iba a pasar doce horas en una cola para que me dijeran que no podía comprar nada porque la comida se acabó.

 

Algunas mañanas pienso cosas como: ‘Vamos a dejar pasar el desayuno para poder tener un almuerzo o una cena’. Gracias a Dios sólo dos días a la semana nos saltamos una comida.

 

Estoy mucho mejor que mis vecinos".

 

José Luis Marín.

Desempleado.

30 años.

Valencia, estado Carabobo.



Presentación

LOS DATOS Y LAS CAUSAS

@Copyright 2017 Prodavinci