Mundial de fútbol

Argentina: Que se vayan todos // #Rusia2018

Fotografía e Dimitar Dilkoff / AFP

22/06/2018

Fue en 2001 que se hizo popular, tras años de depresión económica. El hartazgo era total, más del 70% quería que se fueran todos los dirigentes, empresarios, gobernantes, políticos en general. Fue un grito que nació en los piquetes con la cacerola de fondo musical.

Con el tiempo, la frase servía para todo. Cada vez que un ciudadano se molestaba porque algo no funcionaba, desde una aplicación en el celular hasta el cajero automático, culpaba a “todos” de su mal funcionamiento.

Hay algo muy divertido en las expresiones argentinas, específicamente las de los porteños, cuando se alteran. Comienza como un ejercicio en el que se confabulan el ingenio y la rabia para desembocar en un hilo de palabras que podrían formar un “Diccionario de groserías eruditas de Latinoamérica”.

El “Tano Pasman”, aquel viejito que despotricaba frente a la televisión, mientras el resto de seres vivos temíamos que se le parara el corazón, es un buen ejemplo de lo que hablamos.

Y por supuesto, si hay alguna materia que pone a prueba el léxico arrabal de Argentina es el fútbol. Porque de fútbol, en este país, saben todos. Desde el motorizado que lleva las empanaditas a domicilio hasta las Madres de la Plaza de Mayo.

Cuando dicen que en Argentina hay “44 millones de técnicos y cada uno tiene una alineación”, no es una exageración. Como consecuencia, es imposible que exista una idea exacta de lo que quieren ver como equipo.

Por la selección albiceleste han pasado los estrategas más disímiles del universo en los últimos 9 años: Marcelo Bielsa, José Pékerman, Alfio Basile, Diego Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli.

Desde su designación, Sampaoli solo ha ganado un partido oficial (incluyendo los juegos del Mundial). Fue el último de la jornada de la Conmebol que le dio la clasificación a Rusia 2018. Entonces derrotó a Ecuador 3-1. El héroe fue, cómo no, Lionel Messi, que anotó los tres goles.

Sin Messi, los argentinos hubieran visto la Copa del Mundo como cualquier espectador venezolano. ¿Hubiera sido un bochorno? Pues sí, teniendo a Messi, Agüero, Dybala e Higuaín en la nómina. Todos goleadores, todos estrellas.

Pero la historia dice que desde 1993, Argentina no gana un título. Fue la Copa América en Ecuador, con Alfio Basile en el banco. Desde entonces, ha sido un querer y no poder. Un me falta medio para un peso.

Con Bielsa, la Albiceleste fue eliminada en la primera ronda de Corea-Japón, pero llegó a la final de la Copa América 2004; Con Pékerman jugó la final de la Confederaciones y cayó en cuartos de final por penales en la Copa del Mundo de 2006, ante Alemania.

Volvió Basile, que consiguió el subcampeonato de la Copa América en 2007 y fue relevado por Maradona, que se despidió del Suráfrica 2010 goleado en cuartos de final por los germanos.

Continuaría el desfile Sergio Batista, que duró menos de un año tras caer en la Copa América de 2011 jugada en casa, ante Uruguay.

La calma llegaría con Sabella y el fruto sería un subcampeonato del Mundo. Alemania se llevaría el título con una ajustada victoria, en tiempo de descuento.

“Tata” Martino sería el encargado después. Llevó al equipo a dos finales consecutivas de Copa América, perdidas ambas ante Chile. Por la depresión llamaron a Bauza y apenas duró ocho partidos. Entonces fue la hora de Sampaoli.

Para que tengamos una idea, Alemania, que como hemos podido ver ha sido el eterno verdugo de Argentina en Mundiales, apenas ha tenido dos técnicos en los últimos 14 años: Jürgen Kinsmann y Joachim Löw. El segundo, además, era asistente del primero.

A Argentina no le ha ido peor, sostienen muchos directivos, porque Julio Grondona, presidente de la AFA, se encargaba de cuadrar absolutamente todo para que todo le fuera más amable, desde los calendarios hasta los árbitros.

Sea cierto o no, sorprende que con generaciones de jugadores que han sido importantes en sus clubes, de Riquelme a Dybala, de Carlos Tévez a Higuaín, en las vitrinas no haya títulos. Sobre todo si tomamos en cuenta que todos ellos han compartido camiseta con Lionel Messi.

Además de la inconsistencia en el perfil de los técnicos, algo debe pasar en el camerino para que los jugadores salgan siempre al campo tan compungidos, como si la obligación los sobrepasara. Ni una risa, ni un gesto de hermandad.

Si un extraterrestre nos visitara durante un partido de la Albiceleste, diría que los humanos son unos esclavistas que obligan a 11 personas a sufrir en un césped dándole a una cosa redonda.

Esa es la sensación que transmiten todos estos muchachos que hacen millones de dólares en sus equipos, pero a los que les cuesta pasarse la pelota.

Que Messi nunca disparó al arco contra Croacia y que pasó menos el balón que el portero es una estadística tremenda, pero funciona como esos datos que ensordecen al espectador de la televisión sin más.

Habría que preguntarse cuáles son las razones para que un jugador que suele ser letal, habilitando o disparando, deje tal guarismo para la historia. Es probable, y aquí me apoyo en lo que he visto, que simplemente no encuentre compañeros que interpreten el fútbol como él, cosa que no sucede en el Barcelona.

En todo caso, si la eliminación de Argentina se da, si Islandia continúa con su campaña admirable, volverán las voces que pedirán que todo cambie. Y ese es el problema de este país, que cree que todo se soluciona quitando y poniendo. Ya sea en el césped o en La Casa Rosada.

Protestar, señalar con el dedo siempre es fácil, lo difícil es hallar las soluciones. Ahí están los nueve técnicos que teniendo a un fenómeno, al Mejor Jugador que ha dado Argentina después de Maradona, nunca hallaron la forma de aprovecharlo.


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